Por qué América Central debe desarrollar una industria de la Música - DJLab
Por qué América Central debe desarrollar una industria de la Música

Por qué América Central debe desarrollar una industria de la Música

Antes de comenzar, quiero decir que escribo este artículo desde la perspectiva de un extraño. Estoy vinculado a la región por sangre: mi madre nació y se educó en Nicaragua y todavía tengo una gran familia allí, pero nací y crecí en los Estados Unidos, así que mi punto de vista es el de un miembro de la diáspora latinoamericana, que recientemente ha trabajado bastante en la región de su familia y antepasados. Simplemente quisiera compartir mis pensamientos alrededor de una pregunta: ¿por qué deberíamos fomentar una industria musical en Centroamérica?

En 2017, Esteban Howell y yo presentamos el Curso Certificado en Producción Musical en DJlab de San José, Costa Rica, en colaboración con el Brooklyn Digital Conservatory, con la visión de contribuir a la construcción de una industria tecnológica y creativa musical en la región centroamericana. Esta experiencia, mi lectura de los escritos de la Dra. Susan Campos-Fonseca, mis conversaciones con ella y otros artistas/productores y DJs en Costa Rica, Nicaragua y Guatemala, me han inspirado e influenciado a pensar el impacto que pueden tener estas acciones.

¿En qué consiste una industria de la música?

Una industria de la música no está conformada simplemente por estrellas del pop o músicos y DJs que animan eventos y fiestas locales. Según esta definición, Centroamérica siempre ha tenido una industria musical. Tampoco es la infraestructura generada por acciones extranjeras en región. Defino una industria de la música como una entidad que crea un producto musical para exportar a la economía musical global. Esto podría venir en forma de música pop, pero también música para cine, televisión, videojuegos, anuncios publicitarios, y/o audio branding. Los artistas que se convierten en superestrellas globales a menudo son subproductos de una industria existente (como en el caso del ‘Gangham Style” y el K-pop surcoreano), pero una sola superestrella no creará una industria nacional o regional. Una industria es aquella que apoya creativa y tecnológicamente a sus trabajadores, ofreciéndoles condiciones laborales adecuadas para su desarrollo. La mayoría de los trabajadores de la industria musical en los Estados Unidos, no salen a divertirse todas las noches en los clubes. Dedican gran parte de su tiempo a trabajar en oficinas y estudios, con el objetivo de ofrecer una vida digna a sus familias.

Las siete naciones centroamericanas, históricamente no han tenido una industria de la música en estos términos, no porque no tenga una rica cultura y herencia musical, sino porque la economía de la industria de la música del siglo XX, se basaba en grabar y producir competitivamente a escala global, y esto requería tecnologías muy caras para adecuar las salas con equipos para grabar sonido (consolas y equipos externos como compresores, reverberaciones, retrasos, etc.), micrófonos y medios para distribuir (cinta). Además, no siempre se contaba con plantas para imprimir discos y CD.

Desde el punto de vista económico, las naciones centroamericanas poseen pequeños mercados domésticos para la música, pero a diferencia de México o Colombia, no han desarrollaron todavía industrias discográficas nacionales que sean rentables. Músicos/as, artistas y productores/as de la región, esencialmente han tenido que emigrar, para encontrar la educación y el trabajo que les permitiría desarrollar sus carreras.

La revolución digital ha resuelto los dos principales obstáculos que impiden el establecimiento de una industria de la música en Centroamérica: 1) la falta de acceso a la tecnología de grabación, y 2) los medios para distribuir la creación de artistas y productores locales internacionalmente. Un/a productor/a artista, con una computadora portátil, software y complementos, ahora tiene el mismo poder que su contraparte en los Estados Unidos o Europa. Del mismo modo, un/a productor/a centroamericano/a ahora tiene exactamente el mismo acceso a las tecnologías para distribuir su música (Spotify, Soundcloud, etc.).

Además, un/a artista/productor centroamericano/a puede componer música para películas, videojuegos y publicidad, con la misma facilidad que alguien en Europa o Norteamérica, ya que gran parte de este trabajo a menudo se realiza de forma remota a través de Internet. Dado que los obstáculos tecnológicos para la creación de una industria próspera en Centroamérica parecen haber sido eliminados, ¿qué otros obstáculos deben superarse?

Nuevos retos para una industria tecnológica y creativa

En primer lugar, los/as jóvenes talentosos/as y brillantes que desean ingresar a esta industria, deben enfrentar el prejuicio de generaciones anteriores que lo ven (según su experiencia), como un callejón sin salida financiero y como una profesión “poco seria”. Este prejuicio es difícil de romper.

En segundo lugar, artistas y productores/as de los centros hegemónicos de la industria musical en el siglo XX, ya sea en México, Nueva York, Londres o Berlín, siguen beneficiándose de una gran base de conocimiento acumulado, gracias a su concentración de artistas, productores/as e ingenieros/as. Las instituciones educativas en estos centros a menudo les tienen como maestros/as, por ejemplo, en The Clive Davis Institute of Recorded Music de New York University, a donde enseño, nuestros/as estudiantes tienen la oportunidad de formarse con productores/as y compositores/as galardonados/as con múltiples Grammy. Proyecto educativos con estas características aún no existen en Centroamérica, a pesar de que algunos/as artistas y productores/as de la región ha recibido reconocimientos internacionales importantes (incluidos varios Latin Grammy), y se está comenzando a crear espacios con objetivos comunes.

En tercer lugar, durante las conversaciones con mi amiga, la Dra. Susan Campos Fonseca, hemos discutido un tema sobre el cual ella escribe extensamente: la descolonización. Centroamérica ha sido históricamente una región gobernada directa o indirectamente por centros de poder distantes, ya sea en Madrid, Londres o Washington. La idea de que la cultura exterior es más atractiva y debe copiarse y emularse, -en lugar de fomentar la independencia en el pensamiento creativo y la producción tecnológica-, sigue siendo fuerte en Centroamérica. Yo creo que la industria de la música centroamericana, incluso si opera a menor escala, podría ser una herramienta poderosa para contrarrestar esta mentalidad colonial.

La relación clásica del poder imperial entre una economía industrial y una colonia, hace que el centro imperial use su poder para extraer valiosos recursos naturales de la colonia a precios bajos, y que se mantenga como un mercado cautivo para sus productos industriales. Las colonias no son centros creativos, son lugares de los que el poder imperial se puede apropiar: sus tierras producen azúcar y frutas, sus playas y montañas proporcionan relajación e incluso su ciudadanía joven y educada, proporciona mano de obra más barata a las multinacionales.

Una industria de la música es lo opuesto. No consiste solo en la venta de los recursos de una nación, se basa en ideas, conceptos y contenidos creados por su pueblo. Los productos de una industria de la música no se enviarían de forma barata a un único centro de poder, sino que se venderían globalmente a compradores de todo el mundo. Además, no estarían en deuda con las fluctuaciones de los precios que afectan a los productos básicos ni a la política de los acuerdos comerciales. ¿Por qué? Porque, fundamentalmente, una industria de la música en el siglo XXI, es una industria creativa. Las regiones que prosperan y prosperaran son las que tienen la mayor concentración de creatividades. No gas, aceite, azúcar, etc.

El siglo XXI es una era digital, donde la humanidad se divide en productores de contenido y consumidores de contenido. La mayoría de las personas mayores de 12 años tienen la capacidad de crear contenido digital con un teléfono, y la mayoría lo hace. Incluso un selfie, la fotografía de un perro o un almuerzo, son acciones que crean contenido. Sin embargo, la mayoría de las personas consumen mucho más contenido del que producen. Y del contenido que producen, la mayor parte es desechable, olvidado después de un día y un par de “me gusta”.

Cada vez más lo que se demanda son creadores, no aquellos que producen tanto, o incluso más contenido del que consumen. Y aquellos que producen contenido de alta calidad serán aún más apreciados.

Por lo tanto, la película de alta calidad, la música bien producida, el diseño ejecutado brillantemente, la gran animación, la escritura sublime, al contrario de lo que se piensa, son aún más deseadas en la era de Internet. Sin embargo, es irónico que vivamos en una era donde las herramientas digitales para crear contenido (computadoras) en realidad son enemigas de crear buenos contenidos, simplemente porque la creación de cualquier contenido de calidad requiere disciplina, atención, persistencia y perseverancia, cualidades que, irónicamente, muchas veces no cultivamos por estar revisando constantemente nuestras “historias” en redes sociales.

Las leyes que se aplican a las personas a menudo se aplican a las naciones también. Las naciones históricamente han sido juzgadas por el arte que producen. De hecho, escuelas de arte y música ganan renombre por sus tierras. La mayoría de las personas pueden asociar Reggae con Jamaica, Samba con Brasil, Tango con Argentina, Flamenco con España, Islandia produce una Bjork o Corea del Sur un éxito mundial como Gangnam Style, llamando la atención sobre la nación como un todo, a partir de su música. Consecuentemente, las naciones y regiones que son productoras de contenido prosperarán, mientras que aquellas que consumen y sobreviven vendiendo recursos naturales y humanos, quedarán a merced de los centros de poder externos.

Por lo tanto, construir una industria de la música en Centroamérica no es un proyecto para producir un par de estrellas pop y éxitos globales. Se trata de construir una industria creativa y tecnológica, que utilizará la capacidad intelectual y el ingenio de la gente de la región, oponiéndose y refutando el paradigma colonial de que Centroamérica y su pueblo son simplemente recursos para ser explotados a bajo costo, por naciones y corporaciones extranjeras.

 

Dan Freeman (CØm1x) es un destacado artista, bajista, productor y experto en tecnologías de audio proveniente de Brooklyn, Nueva York. Es uno de los más distinguidos expertos a nivel mundial en integración de instrumentos acústicos y eléctricos a computadoras portátiles por medio de Ableton Live.

Originario de Boston, se graduó en la Universidad de Harvard y imparte clases en la facultad de la Clive Davis Institute of Recorded Music, en New York University (NYU) en donde diseñó parte del programa de estudios de producción de música electrónica.

En 2015 fundó Brooklyn Digital Conservatory que busca traer a los mejores maestros y artistas en producción de música electrónica a diferentes lugares y escuelas alrededor del mundo. Brooklyn Digital Conservatory ha organizado cursos y talleres en Chile, Costa Rica, Panamá, México, Colombia, Argentina, Italia, Nicaragua, y Guatemala.  

En 2017, Dan diseñó el Curso Certificado en Producción Musical en DJlab en Costa Rica donde imparte cursos y talleres dos veces al año.  

 

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