Disidencia y música con sabor a mandarina ácida - DJLab
Disidencia y música con sabor a mandarina ácida

Disidencia y música con sabor a mandarina ácida

Eve Chaves Cordero nació el 26 agosto 1996, fue un día martes, ese día la enfermera cuando se la llevó para arreglarla la devolvió con un vestido a sus papás. “Es muy curioso, yo soy trans (se ríe), y cuando me enseñaron a mis papás, ¡fue como noooo! Era un hombre. Es muy curioso. Todo es interesante. No sabían que nombre ponerme. Mi tía llegó con dos opciones de nombre la primera opción era la de un exnovio de mi mamá, entonces decidió el segundo. Me gusta que el nombre que me puse yo está más pensado que el otro.”

Eve habla pausado, sonriendo, siempre con un gesto amable, a veces un poco confusa al hablar, no por falta de claridad sino porque pareciera que le llegan tantas ideas a la vez que antes de hablar pasa por un meticuloso proceso de ordenar para pronunciar. Tiene el pelo de dos colores: verde menta y violeta oscuro. Cuando habla le gusta jugar con el pelo, es un gesto tierno y coqueto a la vez.

Estos dos años de pandemia, para ella, son como si no hubieran existido y como si estuviera todo pasando al mismo tiempo. Empezó la pandemia trabajando en Amazon, pero le afectó en muchos aspectos, sobre todo por el estrés y la ansiedad que enfrentó.

“Hay gente que tiene la energía para trabajar 8 horas y después cumplir sus hobbies y yo no puedo hacerlo. Mi lugar favorito es cuando estoy tocando. Porque puedo desconectar mi cerebro y sólo ser. Y lo disfruto. Disfruto ver a la gente bailando y ver esa sensación de comunidad. Pero todos los lugares físicos me dan ansiedad. Un lugar físico es un lugar donde está mi cuerpo presente y que tiene que interactuar en ese lugar. Que no puede ser invisible en ese lugar. Todo es un lugar físico: parques, buses, aulas, oficinas, restaurantes. Todos son espacios muy físicos. No pienso que un lugar de concierto sea un lugar físico, siento que ahí hay un espacio más espiritual.

Le gustan los sabores ácidos porque le permite sentir los bordecitos de la lengua, así con el cas, las gomitas ácidas y las mandarinas. En colores: el amarillo, los colores verdes. Le encanta el rosado, sobre todo el “rose gold” y el mostaza, porque tiene casi una textura que hace que le piquen las manos. Le encanta cocinar y encuentra que la cocina está muy relacionada con la música. Le gusta improvisar con ingredientes, pero también seguir el método de una receta. Eve es una persona con mucha sensibilidad y está aprendiendo lo que eso implica para su autocuidado. Comparte abiertamente sobre su depresión porque no le parece que se hable suficiente sobre la salud mental, e ignorar este tema sólo genera problemas.

En el proceso de autoconocerse, la música tuvo un gran papel para explorar emociones y descargarlas. Así pasó, por ejemplo, cuando a sus 15 años pasó de tocar metal muy pesado a jazz o a citar. En el proceso muchas veces se preguntaba: “¿Porqué yo no puedo verme como mis compañeras? (…) Luego llegar a internet a los 12 y encontrarme con este universo de cosas. ¿Qué es esto que quiero que me vean como una mujer? ¡Ah si usted es transgénero y usted tiene que esperarse a los 18 años y vivir años para presentarse como mujer para ser considerada! ¡Yo no sabía! Se que estuve buscando qué quería sentir o qué quería hacer.” La música y leer terror entre otras cosas fueron dándole el sentido de encontrarse y fue “súper difícil”, como dice ella.

“Ahora sé algunas cosas de mí, sigo sintiendo que todavía no hay nada tan fuerte como para que yo diga: ¡Esto de por vida! La música me sigue haciendo muy feliz, bailar, sacar fotos, cosas técnicas del audiovisual. Sé que comida me gusta, se que comida no me gusta, de momento. Sé que me gusta cierta estética. También puedo reconocer que estoy mal por como me visto. Me sigue pasando que no reconozco mi cara fácilmente, toda mi vida me ha costado reconocerme. Me gusta cuando me sorprendo y me doy cuenta de mi cara y que si me gusta. Sé que no puedo trabajar de 8 a 5, dejo de ser yo y me pierdo.”

Eve no encuentra que haya políticas públicas que operen a su favor. Y defiende que debería reformarse la ley de radio muy pronto porque cada vez es más tarde para que se incluya música nacional, pero que también exista una paridad de género en la música nacional. Ya la gente casi no escucha radio. Por otro lado, afirma que el estado debería procurar que los eventos en los que invierte exijan paridad de genero. La mayoría de los eventos para Eve son un festival organizado
por y para hombres, y afirma que así pasa en casi todas las muestras de artes. Si destaca con alegría saber que el mejor cine que se está haciendo en el país lo estén haciendo chicas.

Eve es muy consciente de que desde la música ella ejerce una posición política. Relata que un hombre puede aceptar cualquier proyecto, y si es políticamente incorrecto, van a decir –“¡Diay agarró un trabajo!”. Pero si ella llegara por alguna razón hacer la muisca para un comercial sin saber que luego el video es racista, xenofóbico o machista sería acusada. “Porque cuando una es una disidencia, que es básicamente todo lo que no es hombre, – ¡Diay te ponen una lupa encima y te ven más! Y cualquier error que cometás te marcan por eso. Soy muy consciente de eso. Soy muy firme en que los derechos humanos no son negociables, que somos una sociedad costarricense racista per se, que hay que luchar por eso. Y eso hace que me lleguen trabajos solo en esa línea.

Por lo general la contactan para composiciones que tienen que ver con la semana de la diversidad, y considera que la llaman por ser de las pocas que hacen música y composición siendo trans. Para ella es un tipo de discriminación positiva porque “necesita comer”. El reto está en que más gente LGTB, trans o mujeres se inserten en el mercado de la música. “Porque la verdad esta llena de hombres, ¡Llena de hombres!”. En este momento hay una exclamación en su voz entre desesperación y frustración.

“Y no es como que las chicas no estén haciendo, sino que los mismos espacios gestionados por hombres las excluyen o las hacen sentir inseguras sobre lo que hacen, a las personas LGBT o a las personas trans. ¡Aquí está el espacio que muchas estamos luchando porque exista, se mantenga y crezca!”

En su reflexión sobre la poca representación de las mujeres en la música agrega que en general, en todo, se suelen ver muchísimos mas hombres haciendo las cosas. Los papás apoyan mucho que los hombres hagan las cosas. Y aunque hay excepciones, prevalece la noción de que hay ciertos trabajos que la mujer no puede hacer. Cuenta que en un inicio las orquestas antes eran de solo hombres y a las mujeres se les enseñaba a tocar instrumentos y cantar para tocar en privado, en la casa, porque la mujer servía al hogar. Y el hombre si podía estar “afuera”.

“Se relegó a la mujer al entretenimiento casero, básicamente a ser un ipod y que reproduzca la música que a la gente le gusta escuchar. Y a los hombres, – ¡Usted componga la música porque usted es hombre! Porque los hombres eran los que escribían, pero no es porque la música tenga algo, sino porque la noción que teníamos de trabajo fue haciendo las cosas así. Después está la noción de que ciertos instrumentos tienen un timbre más delicado para mujeres: flautas, clarinetes violines y no pueden tocar música enojada. Siempre tiene que ser esta música suave. Por lo mismo, porque las mujeres no podían tener sentimientos feos. La sociedad ahora se está dando cuenta que las mujeres tienen toda la gama de sentimientos que tiene un hombre. Más bien los hombres no se dejan sentir muchas veces. Las mujeres somos capaces de hacer cualquier brete que pueda hacer cualquier persona.”

Texto y fotografía: Marcela Esquivel Jiménez
Entrevistada: Eve Elena Chaves Cordero

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